Hemos visto estos días hilarantes guías para sobrevivir a estas curiosas citas, pero nosotros también lo hemos vivido y queremos lanzar nuestros propios consejos. Ojo, por complementar.
Ruidos de dolor y de lamento se escuchan en las calles: agosto ya ha consumido más de la mitad de sus días y muchas pequeñas localidades han dejado atrás uno de los eventos más queridos y odiados por el ser terrenal: las fiestas de los pueblos. Centenares de ellos han vivido ya sus días grandes, mientras otras afortunadas localidades lo harán en próximas semanas, o incluso en septiembre.
Nos hemos encontrado estos días en la red algunas guías para sobrevivir a las fiestas de los pueblos. Todas ellas hilarantes y cargadas de razón. Pero nosotros somos almas libres y hemos decidido que algunos de los decálogos merecen ser matizados o completados. Nos hemos ido de fiestas este verano y estas son las lecciones que hemos aprendido:
1. Mientras estés en el pueblo, tu amigo es Dios
Lo lógico es llegar a un pueblo invitado por un amigo. Durante la preceptiva estancia, todo lo que diga y haga será un modelo a seguir. Conoce al milímetro las reglas de su pueblo y sus directrices son, en muchas ocasiones, una guía de supervivencia. No hay que separarse del guía nunca, por favor.
2. No busques problemas
En el pueblo saben que eres forastero, y te localizan cuando estás a un par de kilómetros de llegar. Lo mejor es dejar las ganas de tanganas en la cuneta, porque en un pueblo vas a salir perdiendo. Da igual que tengas razón, la presunción de inocencia queda en suspenso en estas fiestas. En cualquier conato de altercado, saldrás perdiendo.
3. Ten cuidado con el bingo
«En mi pueblo si eres forastero y te toca el bingo acabas en el pilón». La frase es verídica de este mismo verano. Participar en el bingo es lícito, pero si vas a cantarlo: CAUTION, amigo. Puede ser una de las últimas cosas que hagas allí. Lo mejor, ante la duda, es que lo cante alguno del pueblo por ti y recibir el bote a escondidas.
4. Ir a las peñas es obligatorio
Cuando se acude a un pueblo, buscar la zona de bares es un esfuerzo inútil. En los pueblos, al menos en el terreno que nosotros conocemos, se va por las peñas, a las que se debe respetar con el con el protocolo adecuado. Y ojo no te vayas de una peña con las manos vacías, no hay mayor desafío para un habitante local. NUNCA se rechaza una toma.
5. Si en ese pueblo hay problemas políticos, óbvialos
No es una buena idea meterse en ese barro. Si el alcalde, el hijo o el panadero han salido en los telediarios por un problema político, lo mejor es dejar tus ansias de debate en la mochila. Probablemente haya muchos defensores de ese alcalde infiltrados en la fiesta y acabarás despertando a la bestia.
6. El pilón, cuanto más lejos mejor
El pilón es como el innombrable. Lo mejor es que no escuches mentarlo, porque lo más probable es que si eso sucede te hayan amenazado con conocerlo, y las visitas al pilón no suelen ser amistosas. Son la herramienta que usan los lugareños para mostrar al forastero que ha abierto la boca más de lo debido o que ha intentado un cortejo con la mujer equivocada.
7. Las fotos, ese mundo
Hay varias fotos que son obligatorias: al comienzo de la noche (para informar de que has llegado), en el transcurso de la misma como medio informativo de que sigues vivo y, sobre todas las cosas, una foto informando de la hora de llegada por la mañana. Si eres usuario de Snapchat sigue el protocolo y cuelga un vídeo bailando los temazos propios de cualquier verbena de pueblo.