Así que ya vale de atacar a esta estación. Solo hay que ponerse las botas de nieve o quedarse en casa para ponerse como el tenazas viendo series. Vamos con lo serio.
Sí, amigos, ha llegado ese momento: ya hemos hecho el cambio de hora. Ya podemos andar todos como animales de granja por nuestras casas, desorientados y consumiendo nuestras horas con frases como “es que claro, ayer eran las tres…» y quejas por la alteración de nuestro reloj biológico. Con el cambio horario, además de animales desorientados durante una semana, se abre la veda para empezar a ‘rajar’ de la estación que se aproxima: el invierno.
Estación tan querida como odiada, aunque eso les pasa a todas. Nosotros no nos posicionamos en su contra, o al menos no lo hace el ser que escribe estas líneas. Preferimos mantenernos neutrales en lo que al segmento meteorológico se refiere. A pesar de ello, vamos a echar un capote a todos aquellos que adoran el invierno y se preparan para defenderlo a ultranza.
¿Qué sucede cuando llega el invierno? Unas cuantas cosas, aunque todas ellas fácilmente rebatibles. Veamos:
Cambiamos el vocabulario: es el momento de cambiar el “qué calor” por el “qué frío”, generalmente insertando alguna palabra malsonante por el camino.
Nos preparamos para convencer de que el frío es mejor: y para eso os damos un argumento de difícil derribo, aunque avisamos de que hay oradores muy preparados. Si tienes frío, te puedes poner más ropa pero, ¿y si tienes calor? ¿te puedes quitar más ropa? Ahí queda el capote.
¿El invierno es aburrido?
Que nadie os engañe, hay cosas que SOLO se pueden hacer en invierno. Y otras que se pueden hacer todo el año pero en esta época sientan mejor. No olvidéis que hay una cosa contra la que nadie puede luchar: los turrones, que ya están preparados para la batalla en tu supermercado habitual.
Si con los turrones no ganas la batalla dialéctica, siempre puedes sacar el gran misil invernal, que no es otro que la nieve. ¿Acaso podemos disfrutarla a 40º, eh? A todo el mundo le gusta la nieve y ofrece planes de escándalo. No solo hablamos de bolazos, hablamos de hacer algunos planes que debemos tachar de nuestra lista de “antes de morir”. Sirva como ejemplo un paseo en moto de nieve o una visita a un spa invernal, donde las piscinas calientes al aire libre son una experiencia única.
El invierno es también una época de lujos. El chocolate caliente –un manjar de dioses- es el helado de diciembre, y además cuando el termómetro se pone serio parece que deja de engordar. Lo mismo sucede con las castañas asadas, que llenan de olor tus paseos invernales. Y no nos olvidemos que, si hace frío, lo mejor es organizar una cenita de amigos en casa o un maratón de series/películas en las que os podéis poner como en tenazas con unas bolsas de esas que tanto os gustan. Si hay una chimenea cerca, el éxito está asegurado.
¿Os gustan las emociones fuertes? Pues visitad un parque temático, que en invierno tienen ofertas especiales y están semivacíos con ese miedo al frío que tanto tenemos en España.
Y no lo olvidéis: estos meses son perfectos para escapar a países tradicionalmente fríos, en búsqueda –por ejemplo- de las auroras boreales o de un mercado de Navidad, que es otro de los planes que no podemos dejar escapar antes de morir.