Te da lo que promete y sales más contento de lo que entraste. ¿Se le puede pedir algo más a una comedia? Nunca nos habíamos atrevido con una crítica, pero aquí estamos, estrenando nuestra pluma para ello.
Si lo que estás buscando en la cartelera actual es algo que te saque de la tediosa rutina por un rato, aquí queda nuestra recomendación Toc, Toc. La película encabezada por actores como Paco León o Alexandra Jiménez te acaba dando lo que promete mientras estás comprando las entradas: varios momentos hilarantes de risa, una trama no muy compleja, y una satirización de los problemas que cuida mucho a quienes los sufren en la vida real.
A pesar de que todo el mundo habla de Blade Runner, que se ha convertido en una de las tendencias principales de búsqueda mientras se escribían estas líneas, nosotros nos decantamos por las risas. Somos así, no desaprovechamos una oportunidad de reir.
¿Qué te vas a encontrar cuando te sientes a ver Toc, toc?
Lo primero de todo, si eres un entendido del tema, te vas a encontrar con que la película, en realidad, es una adaptación de una obra de teatro. En nuestro caso no la hemos visto, así que no tenemos nada que objetar con respecto a la buena capacidad de llevar las escenas del teatro a la pantalla del cine. Por lo tanto, comenzamos a picar algo en las butacas libres de prejuicios, y pronto nos enteramos de qué personajes iban a empezar a desfilar por la pantalla.
Y es que en Toc, toc, para alivio de los detractores de tramas complicadas, no se andan con muchos rodeos al principio. Casi sin dar tiempo a digerir las cortinillas del inicio se presentan a los seis pacientes que vivirán una delirante tarde en la sala de espera de un afamado terapeuta. Creemos que el título y la sinopsis lo deja claro, pero se trata de seis pacientes que acuden en busca de soluciones a sus problemas de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Como no es cuestión de reírse de quien padece tan incomodo problema en la realidad, en la película se limitan a satirizar al máximo los problemas de los seis pacientes, para que en ningún momento nadie con excesivo celo pueda decir que la cinta es una mofa acerca de los pacientes reales.
Una mujer que lo comprueba todo hasta cansarse (si eres de los que piensas que nunca cierras el coche o el gas, te sentirás un poco identificado), un taxista que lo cuenta todo, un hombre que no puede controlar sus ganas de gritar improperios, otro que camina por la vida de una forma un poco peculiar y, para cerrar el elenco, dos chicas más: una con cierta tendencia a la repetición y, la última en liza, una buena mujer que no se fía mucho de la limpieza del mundo en general. La cosa promete.
El tema: ambos se juntan en una sala espera en la que tendrán que compartir varias horas. ¿Por qué? Eso lo puedes ver en la película, que no queremos ser acusados de spoiler. Como las horas transcurren y el supuesto terapeuta no termina de aparecer, este particular grupo se toma la terapia por su mano y decide que, en vista de que las horas deben correr sin remedio, se van a ayudar mutuamente para intentar superar sus problemas. Evidentemente, como era de esperar, seis personas con esos problemas encerrados en una misma sala da lugar a situaciones de risas aseguradas. Y el elenco ayuda: Paco León vuelve a estar magistral (para nuestro gusto pero, antes de que salten las críticas a la crítica, tampoco somos profesionales en la materia) y Alexandra Jiménez ayuda bastante con su furia descontrolada por las bacterias. Ojo, hay un secundario, la recepcionista de la clínica, que le da un toque a la situación bastante más cómico.
¿Te esperas el final?
Pues depende. Como más o menos cabe esperar, no estamos ante una cinta de culto. Estamos ante una comedia perfecta para lo que -entendemos- se creó: hace reír. Y poner un poco de relieve que todos tenemos ciertos TOCS, aunque evidentemente no al nivel de la película. Sin ánimo de adelantar nada, ya te puedes imaginar que la cosa acaba bien: todos amigos, algún besito en la boca -que no puede faltar- para el toque romántico, y un grupo de personas que, sin salir curados (esto era obvio, ¿no?), empieza a ver la luz.
El espectador avezado se dará cuenta, tarde o temprano, de que algo no cuadra en la sala de espera. Y sus sospechas se confirmarán al final de la película. O igual fuimos nosotros que somos muy listo. Quién sabe. Lo que está claro es una cosa: si quieres saber de qué demonios estamos hablando, solo puedes sacar una entrada e ir a verla.