¿Te han hablado de Black Mirror? Es posible que el nombre de esta serie haya salido como tema de conversación en el café del trabajo, o que alguien de tu familia te haya aconsejado fervientemente que la veas. Quien lo haya hecho es una persona muy sabia. A lo tonto, esta serie nació en 2011, aunque su verdadera eclosión llegó (que nosotros sepamos) a partir de 2016, cuando aterrizó –donde si no- en Netflix.
Sin hacer mucho ruido (al menos a nosotros nos parece que no lo ha hecho) Black Mirror se ha convertido en la serie del momento. Pero, ¿por qué?, ¿qué razones hay para que ahora todo el mundo hable de ella?
Razones para no perderse Black Mirror
- La temporalidad es una de ellas. Son temporadas reducidas (ahora mismo hay 4 disponibles) pero vienen envasadas en pequeñas dosis cortadas a taquitos. Unos seis capítulos por temporada que no superan la hora de duración. Una extensión, la de los capítulos, a la que ya nos tienen bien acostumbrados los productores extranjeros. Nada de las faraónicas y longevas series a lo español (como Médico de Familia, por ejemplo).
- Los capítulos tienen un punto y un final. Antes de que te levantes en armas y nos digas que eso lo tienen todas las series, nos referimos a que en Black Mirror los episodios tienen un ecosistema propio para cada uno. Tramas distintas cada vez, entornos diferentes, realidades diferentes. No esperes conexiones entre un capítulo y otro. Cuando finaliza, se pone el punto de cierre a esa pequeña trama. Por esta razón, algunos seguidores de la serie recomiendan verla como pequeñas películas.
Un espejo inquietante
Black Mirror termina gustando porque muestra un lado inquietante de ser humano y de la realidad en la que vivimos. Algunos dicen, directamente, que es una serie que se encarga de mostrar el lado más oscuro de las personas. Como somos un poco masocas por naturaleza, terminas enganchado porque nunca sabes que está pasando de verdad hasta que finaliza el capítulo. Nos enseña los daños que la tecnología nos está infligiendo sin darnos cuenta. Con cada capítulo sientes esa extraña sensación de que, llegados a cierto punto, lo que estás presenciando te puede ocurrir a ti.
Sí, Black Mirror es, como ya hemos dicho, inquietante y puede dar hasta un poco de miedo que algunos de sus capítulos se hayan convertido en premoniciones de cosas que ya están pasando. Pero es una serie bestial porque es una crítica feroz, clara y sin complejos de la verdadera pandemia del siglo XXI, que no es otra cosa que la tecnología. Con un grado de gravedad diferente para cada caso, estamos completamente enganchados al móvil o al aparato tecnológico que sea (llámalo smartwatch, tablet o gafas de realidad virtual). Nos preocupa más la escasez de wifi que la falta de agua. Y por eso necesitamos este tipo de series, que se terminan erigiendo en una bofetada increíble de realidad.
Cada episodio termina por crear un dilema moral con el que terminarás viviendo unos días. Y es que hay otro lado de esta dependencia tecnológica, que no es otro que el hecho de que, aunque no nos guste verbalizarlo, estamos a merced de las máquinas. Todos tenemos ese miedo irracional al hecho de que nos terminen dominando. Y por eso terminamos siempre con la misma pregunta: ¿lo conseguirán?