EBAU, EvAU, PAU, selectividad… Lo puedes llamar como tú quieras. Un examen que para bien o para mal, daba lugar a grandes momentos en sus semanas previas. Incluso durante el curso previo. Hasta 300.000 alumnos pasan por este trago cada año (alumno arriba, alumno abajo), y todos ellos -junto a los que ya lo vivimos- sabemos que pasaremos por momentos único e irrepetibles como los que te relatamos en este artículo.
Lo primero de todo: unas semanas antes de Selectividad te darás cuenta de que no has cumplido con la planificación día a día. Tocan noches de biblioteca, amigx.
«Solo es repasar lo que ya hemos dado»
Es la gran frase que esperamos sigan pronunciando todos los profesores del bachillerato. Porque junto a «esto luego os saldrá en selectividad» son las dos oraciones menos analizadas sintácticamente, pero más odiadas de la historia. Oiga, señor profesor: puede repetirlo las veces que quiera, pero repasar todo un curso será fácil en su pueblo, no en el mío. Y eso contando que hayas estudiado día a día.
Localizar a alguien con el mismo nivel de angustia
Frente al gran momento de los exámenes finales (sea del tipo que sea) siempre hay tres clases de estudiantes: los que recogen el pelo del suelo por estrés, los normalitos que como mucho se toman una tila y los que pasan de todo (casi con toda seguridad porque saben que aprueban o suspenden seguro). La clave para afrontar bien la selectividad es elegir bien a tus compañeros de viaje. Si eres de lxs tranquilitxs, querrás exterminar a los del primer tipo. Si tu nivel de estrés es mayor que la radiactividad de Chernobyl, entonces no sabemos muy por qué pero acabarás juntándote como alguien como tú y nadie sabe cómo acabará aquello.
Las quinielas
Manos arriba el que NUNCA se ha presentado en un examen con una quiniela de dobles, triples y apuestas múltiples. Si no lo has hecho, en selectividad era el momento más adecuado. Quinielas en historia, en lengua y todas las fórmulas posibles que haya creado la ciencia para sacar adelante el true-false de inglés y las ecuaciones de matemáticas. La selectividad, sin duda, la gran cumbre de las quinielas del estudio.
Si no apruebo…
Tengas el nivel de tranquilidad que tengas, en toda mente pensante que se haya enfrentado a la selectividad se abrieron -tarde o temprano- las hipótesis acerca de qué hacer en la vida si no tenías la nota suficiente, o directamente no aprobabas. Ese plan B en forma de grado formativo superior, o esa carrera que en realidad no querías hacer pero que, si no había otro remedio, acabarías diciendo que te encanta. Qué remedio.
Bueno, ya está hecho, que sea lo que Dios quiera
Igual no has rezado desde tu primera comunión, pero en lo que respecta a la selectividad, todo vale en cuestiones de rezos y preguntas. Te santiguas las veces que sea necesario y prometes que serás muy buenx y que saldrás en procesión para agradecer el aprobado de tu vida. No te sientas mal, todos lo hemos hecho.
Y ahora, de fiesta
No tienes ni idea de cuál es la nota, y realmente tampoco te hace falta. Sea lo que sea, el día que se acaba selectividad se sale de fiesta. Aprovéchala: estás ante los pocos días de tu vida en los que puedes decir de verdad que no tienes nada que hacer porque estás a la espera de que marquen tu destino. Si apruebas, te llegue la nota para lo que quieres o no, te espera el mejor verano de tu vida. Te habrán dicho que hay muchos «veranos» de tu vida, pero créenos que este de verdad que es el mejor.