Hangouts, Zoom, Skype… todas las aplicaciones que admiten más de 3-4 personas a la vez han alcanzado cotas de popularidad increíbles. No es para menos: en estos delicados momentos que nadie habíamos vivido nunca, permiten conectar con toda la familia a la vez, tomar un café virtual con los amigos o no faltar al vermú de los sábados y domingos. Aunque sea de una forma diferente. ¡Lo importante es que te permiten quedarte en casa! Y dentro de las posibilidades, pasar el mejor rato posible. Que eso con tu gente siempre está garantizado
Pero, si te has enfrentado a una de estas llamadas últimamente, estarás de acuerdo con nosotros en que se necesita poco menos que un árbitro. Hemos vivido situaciones puramente cómicas como las que os vamos a contar. ¡Y os animamos a que nos ayudéis a ampliar la lista con lo mejor que os haya pasado a vosotros!
¿WhatsApp, Skype, Zoom…?
El primer paso está claro: la tropa se debe poner de acuerdo en la plataforma más adecuada para el reto de reunirse todxs. Y comienza la fiesta: «Yo no tengo Skype», «no me acuerdo de mi usuario», «¿Qué es eso de Zoom?», «¿Me lo puedo descargar en el móvil?»… Transcurrido un rato importante todavía no se ha decidido nada, y saltan otras preguntas que perturban todavía más la calma: «¿Pero a qué hora quedamos?». Bien, llegados a este punto ya tienes una hora cerrada y has decidido qué plataforma usar. Todo parece ir bien. Solo queda esperar en silencio a ese amigx que, varias horas después, lanzará su propio misil: «¿Pero al final en Skype o qué?».
Llega la hora de entrar todos a la sala
El caos por el inicio de las rebajas se queda corto con el festival que se avecina en este momento. Los problemas se multiplican: el micrófono no funciona, yo no sé qué enlace tengo que seguir, ¿pero me veis o no me veis? Todxs a cubierto.
Con mucha paciencia y mano izquierda, se forma cuórum en la sala. Parece que todo arranca. Pero no, es imposible. Y es que llega otro momento imprescindible: «¿Oye por qué no veo a XXX?». El más tecnológico de los asistentes intenta explicar que no se puede ver a todos, pero ni por esas. El drama sigue servido.
¿Y si cambiamos a….?
Te ha costado más cerrar la quedada que comprar papel higiénico. Parecía que la conversación empezaba a fluir y poco a poco han ido asumiendo todxs que no le vas a ver la cara a los 20 que os habéis metido en la llamada. Pero alguien tiene la pregunta del millón guardada para el momento más inesperado: «¿Oye y si nos cambiamos a XXX?” Esa era la bomba que estabas esperando. Nada, la batalla está perdida. Toca mover a todo el equipo a otra aplicación. Con su consecuentes daños colaterales: hay que hacerse cuentas nuevas, esperar a que todxs la descarguen, que los micrófonos vuelvan a funcionar a la primera. Vamos, un festival.
Un moderador, por favor
Vale, vamos a imaginar algo imposible: todo va bien. Ya está el equipo al completo en la plataforma correcta, se os ve sin problemas y los micrófonos os captan con nitidez. ¿Pero te pensabas que esto iba a detener la fiesta? Nada más lejos: llega la prueba de fuego. Todxs han descubierto que se pueden poner una pantalla en la que sale destacada la persona que habla. ¡Gran hallazgo! Pero es imposible que esa pantalla no deje de pegar bailes: en estas llamadas todxs hablamos a la vez. Alguien intenta coger las riendas de moderador pero es imposible, lógicamente. El caos está servido y cada unx decide ir por su cuenta: abre conversaciones paralelas con solo un miembro, hace una pregunta a otrx que se cruza con la conversación general… Otro drama más a la lista.
Pero realmente nada importa porque os podéis mirar orgullosxs y decir que vuestro grupo de amigxs se ha quedado en casa. Habéis reído, os habéis tomado algo de forma virtual y ya ha pasado otro día más de confinamiento. ¡Solo queda esperar a la siguiente convocatoria! Sí, ha sido un caos, pero lo terminas adorando. Ánimo, que de esta salimos todos juntos.