Evidentemente, si fueran por nosotros (y por más de uno con el que hablamos por las redes sociales) inundaríamos las calles de Jumpers de mantequilla. Y las grandes avenidas de Jumpers de kétchup para tener a todo el mundo contento. Pero hemos de decir que nos tenéis alarmados. Como buenos amantes de Jumpers podéis comerlos en casi cualquier momento, solo hace falta tener una tienda cerca. Pero un verdadero fan sabe cuándo NO es el momento. Sabe frenar sus impulsos y decir: «tengo que esperar para zamparme esa bolsa».
Hay sitios en los que no vale. Vale, nos hemos reído mucho sabiendo que «los del fondo» se han hinchado a comer Jumpers en la parte trasera de la clase, pero no es el lugar adecuado. ¡Que solo tienes que esperar al recreo! Y una clase es solo uno de los cinco lugares en los que nosotros te aconsejamos que, mejor, esperes a abandonar para hacerte con una bolsa
1. En el transporte público
Un bus urbano o un metro es como un microcosmos en el que se juntan muchas cosas en poco espacio y durante un tiempo reducido. Ya hay muchas cosas que nos alteran en el mundo como para que seamos nosotros los que destruyamos la paz de esos momentos. Haznos caso: solo tienes que esperar a bajarte para saborear esa bolsa que tienes entre las manos. Puede que el olor no le guste a todo el mundo, o simplemente que hagas morir de envidia a más de unx. En el bus tranquilitos y a esperar la parada.
2. En un vagón de tren
Lo mismo te decimos el tren que un autobús de larga distancia. En el tren hasta tiene un pase, porque te puedes levantar para ir al vagón de la cafetería o elegir algún sitio más discreto, pero lo del autobús tiene delito. No hay nada más odioso que el típico que se pone a comer en estos viajes. Y no queremos que miren mal a ningún amante de los Jumpers. Aunque también es necesario aclarar que duele mucho más cuando se sacan un bocadillo del tamaño de un brazo. Ese olor ya es un pasajero más para el resto del viaje.
3. En la opera
Este es otros de los sitios que realmente ha inspirado este ranking. Y, por supuesto, nos los hemos encontrado en hilo de Twitter. Mira, en un bus o un tren, si tenemos que absolveros lo haríamos, pero en la ópera somos nosotros mismos los que os sacamos de la oreja a la calle. Centra tus esfuerzos en la pantalla que traduce los diálogos, o simplemente disfruta del espectáculo. Que más tarde o más temprano termina y puedes salir a ponerte las botas.
4. Mientras estás en clase
Ahora sí que hay que ponerse serio con el tema. Que sí, que «los del fondo» ha sido muy gracioso. Y que todos hemos tentado a la suerte y casi nos comemos una paella para 5 pensando que el profesor no nos ve. Pero en clase hay que mantener la compostura y centrarse en lo importante. Sobre todo, porque en el bus puedes tener de excusa que tienes un trayecto largo por delante, pero anda que no sobran descansos mientras estás en clase. Suficientes como para ir a la cafetería y pelear por esa bolsa que llevas esperando varias horas. Si es que además así entran mucho mejor.
5. En el trabajo
Si cambias «clase» por «trabajo» realmente las razones son las mismas. Que ese sueldo nos lo pagan por estar al pie de cañón, y que no es plan de estar tecleando formularios (o lo que te toque hacer cada día) con las manos llenas de migas de Jumpers. ¿Te comerías una en ese momento? ¡Y nosotros! Que encima nuestro trabajo es fabricarlas, pero solo hay que visionar otro momento diferente y mucho más feliz: acabar la jornada, llegar a casa y tumbarte con tu bolsa grande. Mucho más ‘disfrutón’ que abrirla en medio de la oficina sin venir a cuento.
¡Ahora te toca a ti contarnos! ¿Cuál es el sitio en el que más odias que coma la gente?