Y si no ha sucedido así significa que llevamos muchos años equivocados con ustedes.
Miles de situaciones, miles de compañías posibles, miles de lugares. Miles de muchas cosas en las que poder disfrutar de una bolsa. O dos. Pero, aunque existan esos ‘miles’, seguro que has vivido alguna de las míticas que contamos aquí. ¿O no?
En una tarde tonta de sábado
Nos da un poco igual el lugar. Y quien dice sábado, dice viernes. O cualquier día de la semana. Nunca se sabe cuándo pueden surgir las tardes tontas, esas en las que tienes claro que quieres hacer algo, pero no tienes muy claro el qué. Probablemente darás con tus huesos en algún sitio rutinario, donde en principio no pensabas estar justo ese día. Cuando estas cosas suceden, el cuerpo –un ente muy sabio- pide comer. Y acabas en una tienda de chucherías ahogando tus penas ahí. Y deseando que pase pronto la tarde, a la espera de planes mejores.
En el parque
Es probable que en las tardes tontas hayas comido Jumpers en el parque. Pero en este caso hablamos del plan deliberado: de ir al parque porque sí, porque ese es el plan. Lo más probable es que eso te ocurriera cuando eras más pequeño, o también recuerdas ahora ese día en el que te fuiste con un amigo a llorar las penas entre pinos. Y es que estos rincones han escuchado muchas confesiones.
En el cine
No tenemos nada en contra de las palomitas, pero no nos parece mal que estemos entre las opciones principales. Los que no comen en el cine son una especie a parte, que merece ser estudiada. Tú eres una persona sabia, que saquea su tienda más cercana con la entrada en la mano sabedora de los, mínimo, 90 minutos de película dan para degustar muchas cosas. Y ahí estarán tus Jumpers, esperándote y listos para dar lo mejor.
En una excursión
Si nos ponemos serios, no somos la mejor comida de ataque para una excursión seria. Pero es que el mundo no está hecho solamente de gente seria. También los hay que se calzan las botas para una ruta de un par de horas por un sendero, y cuelgan 100 fotos en Facebook para presumir de conquista. También está la típica excursión del colegio, donde a buen seguro que usaste los 20 duros de tus padres para capturar una bolsa de esas que no te dejaban comer siempre que querías.
Esperando al bus/tranvía/metro
Y justo cuando has abierto la bolsa, llega el bus. O lo que estés esperando. Y es entonces cuando tu mente piensa que por cuatro Jumpers no vas a molestar a nadie durante el viaje. Y, convencido de ello, sacas tu abono, pagas y rematas la bolsa en el trayecto.
En ese sitio mítico de tu ciudad
Por ejemplo, si eres de Zaragoza seguro que has comido Jumpers en Cañones, Plaza España o en el casco de fiesta. Si eres de Teruel seguro que ha caído una bolsa en la plaza del Torico y los oscenses no habrán dejado pasar la oportunidad de hacerlo en el parque Miguel Servet.
¿Cuál es vuestro rincón mítico?