Rememora los cumpleaños de tu infancia y piensa en las veces que comiste cualquier de todas estas cosas que te recordamos.
Cuando eras pequeño/a (y pueden que hoy en día también, pero con sus evoluciones) ir al cumpleaños de los amiguitos de la clase era un evento social de primer orden. Las celebraciones solían tener un patrón fijo: una buena pitanza y tiempo libre para echar un partido de fútbol en el rincón de algún parque. Lo del partido podía ser una variante a elegir por el anfitrión, pero en el tema de la comida había algunas cosas que no se negociaban. ¿Te acuerdas de todas ellas?
Coca Cola y similares
Era una de las claves de todo. Podían faltar muchas cosas pero, por aquel entonces, tomarse un vaso de coca cola era algo grande. De hecho, se asociaba con los días grandes. Y hubo una época en que un cumpleaños era una cita de altura para los niños. Así que nunca podían faltar esa media docena de botellas de bebida para todos. Siempre con tendencia a sobrar, por supuesto.
Patatas fritas… en platos de plástico
Esta preparación sí que era de manual. Las patatas fritas, en cualquiera de su variedad, eran un clásico de los cumpleaños infantiles. Pero más clásico todavía era la colocación en platos de plástico que, al terminar, iban a la basura de forma indiscriminada. Se llenaban a rebosar sin medida alguna, y siempre había alguna variedad que gustaba más a los asistentes. Esperemos que fueran los Jumpers de mantequilla los agraciados.
Tortilla de patata cortada en cuadrados
Lo de poner comida casera en un cumpleaños infantil era una rara avis por aquellos tiempos. Al menos en los que esta memoria recuerda. Se solía tirar de preparado básico y de todo aquello que se podía comprar embolsado en un supermercado. Así las complicaciones eran mínimas. Pero claro, no solo de comida industrial vive el hombre, así que no faltaban los cumpleaños en los que se ponían unas tortillas de patata de huevos infinitos que estaban para morir en ese momento. Tras las felicitaciones al o la chef, todos pensábamos hacía nuestros adentros que mejor la de nuestra madre. Y la vida seguí igual.
Sándwiches de nocilla
Un clásico atemporal. Es más, ahora mismo que estás leyendo esto te quieres comer uno. Lo bueno del concepto sándwich era la versatilidad: no solo valían los de Nocilla, que era los más cotizados, también estaba el paté o cualquier tipo de embutido. Llegar un poco más tarde la cuenta al cumpleaños podía suponer no tener un preciado medio sándwich de Nocilla.
Croissant rellenos
Todo lo anterior se puede extrapolar a los croissants, que eran como el toque gourmet de los cumpleaños infantiles. Sí, también existían las medias noches aunque, visto desde la perspectiva que dan los años, eran como el comodín a caballo entre ambas opciones anteriores.
La bolsa de chucherías final
Este detalle era como la coca cola. Si quieres renuncia a las patatas en plato de plástico pero no juguemos con la bolsa de chucherías del final. ¿Regalar una de estas bolsas cuando todos los niños ya se habían puesto las botas? Why not? Había tamaño para todos los gustos y, no nos gusta presumir en exceso de ello, siempre incluían una bolsita de ‘algo’. Los Jumpers siempre han sido muy de meterlos en las bolsas de chucherías. Ya sabéis de qué hablamos.
De todo esto, ¿qué era lo que más te gustaba?