¡Mes de julio! Mes de playita. De pensar en que no vas a hacer absolutamente nada, y esperar pacientemente para abrir la puerta del apartamento playero que te ha tocado este año. Bueno, te adelantamos un dato: miles y miles de personas van a hacer lo mismo que tú, pero que eso no te quite las ganas de nada. Hay playa para todos. Eso sí, si quieres volver con la dignidad intacta y seguir con ganas de retornar al año que viene, intenta evitar situaciones como estas que te contamos en nuestro artículo semanal. ¡Feliz playita!
El que se pega mucho a tu sitio
Algo parecido a lo que sucede en los baños públicos. Vale, hay sitio para todos. ¿Pero de verdad tu sitio y tu toalla tienen que estar tan pegados a mí? ¿Es que no conoces las palabras «espacio vital»? En España hay calas muy pequeñas en las que el tema tiene un pase, pero en Salou tienes espacio de sobra como para colocar la toalla un par de pasos más allá. Haznos caso. Que al final casi te ves obligadx a compartir hasta la comida.
Correr a por sitio
Si nunca habéis hecho esto, enhorabuena. Si no habéis tenido que ver a nadie de vuestra familia hacerlo, felicidades. Y si formáis parte del bando contrario, y lo habéis presenciado, pues os mandamos nuestras más sinceras condolencias. Estás en verano, en la playa, no hay ninguna prisa. No hace falta que madrugues más que en el mes de octubre solo para echarte una carrera tonta y colocar la sombrilla. Tienes que hacernos caso: tendrás sitio en la playa. Y si no, solo tienes que volver al rato.
Cuando vas de instragramer y te acaba pillando el agua
Acercarte a la orilla para hacer una foto y que te acabe pillando el agua solo tiene gracia si ya estás vestidx de calle. La playa suele ser un buen escenario para poner a trabajar los filtros de Instragram y deleitar a tus followers con un amanecer, un atardecer, o con una instantánea tuya surcando unas rocas. Pero el agua es muy traicionera, sabe que no estás usando bien el filtro Valencia y te pilla en el momento más inesperado. Adiós foto y, si ya estabas vestidx, mojaditx a la terraza.
Que te llamen a gritos desde la orilla
Y lo que es peor: que lo hagan sabiendo que no le vas a entender. Que no hay oído humano en este planeta que pueda escuchar desde el agua lo que gritas en plena playa de Benicarlo en un mes de julio-agosto. Es que ni lo intentaría. Pero es una costumbre muy de madres, que nadie acaba por exterminar. Eso de irte hacia el agua y recibir las últimas instrucciones mientras ya vas a la carrera. En fin, cosas que se deben aguantar alguna vez en la vida.
¿Ir con un barquito a pedales? Que gran idea
Ya has superado lo de ir a la playa con tu familia. Ahora toca cerrar el curso escolar, pillar un billete de bus y hacer una mochila para una semanita en la playa con amigos y las únicas perspectivas de que la mayor preocupación sea el turno de la ducha y las pizzas que hacen falta. Y llegará esa tarde en la que decidirás que alquilar un ‘pedalo’ con tus amigos puede ser una gran idea.
Y es que todos tenéis el carné de ‘pedalo’. Y claro, si no controlas el tema termina pasando lo que se veía venir: que la barquita acaba lejos de la playa (porque ahí nadie ha controlado el timón del asunto) y no queda otro remedio de que se acerca una lancha de salvamento para que te remolque hasta la playa tirando de una cuerda. Por cierto, una cuerdecilla tan lastimera como la situación que acabas de vivir. Ojo, cuando pasan los años termina siendo una historia divertida. ¿Hay algo de autobiografía en esto que os acabamos de contar? Lo dejamos a vuestra imaginación.