Esas pequeñas cosas que nos hacen felices…

... y que estamos echando a perder. Compartir un paquete de chucherías, un buen café.. El caso es aprender a valorar las pequeñas cosas a las que no prestamos atención.

felicidad(1)… y que estamos echando a perder. Compartir un paquete de chucherías, un buen café.. El caso es aprender a valorar las pequeñas cosas a las que no prestamos atención.

Es posible que nos hayamos vuelto locos, que también, pero nos percatamos hace tiempo que el estrés se está apoderando de nosotros. Lo vemos en nuestro perfil de Twitter y en los comentarios de muchos amigos. Las prisas y la rutina se convierten en indeseados protagonistas de nuestras vidas. Pensad un momento: ¿cuándo fue la última que os dedicasteis 15 minutos solo para vosotros? Seguro que la respuesta os sorprende.

Dicen los expertos que la felicidad es un estado un poco subjetivo, y que depende de cada uno de nosotros alcanzarla. «La felicidad no es un objetivo, sino un camino», aseguran los que pilotan de la materia. ¿Y qué podemos hacer para ser un poco más felices y estar menos estresados? Aprender a valorar las pequeñas cosas. Son, sin duda, las más importantes. Las que pueden arreglar un día malo y subir nuestro estado de ánimo.

¿Qué pequeñas cosas son capaces de arrancarnos una sonrisa?

Un atardecer: se valora pocos. Es algo que casi nunca nos paramos a mirar, porque siempre nos pillan en ese momento del día que solo deseamos volver a casa o tirar todo en la cabeza de alguien.

Un viaje rápido: buscamos miles de excusas para no viajar. Le echamos la culpa a la agenda de que nunca podemos hacer nada, que nunca tenemos tiempo. Fuera las excusas, solo hay que hacer una bolsa de fin de semana, mirar el depósito del coche y salir rodando. Una escapada de fin de semana no requiere de mucha más logística.

Un buen libro/una buena serie: nos da lo mismo el orden o descartar uno de ellos. Es una excusa –de las buenas- perfecta para parar, relajarse y disfrutar la lectura que tienes pendiente o ver un capítulo de una serie que te has perdido, y que luego puede analizar con amigos. ¿Y hacer las dos cosas? ¡Eso es alcanzar la excelencia!

Una tarde entre amigos: estamos echando a perder este tipo de planes. En otros países lo de abrir las puertas a los amigos es algo que ni se pregunta. Nos juntamos menos de lo que deberíamos. Hemos dejado de compartir una bolsa de pipas (o de Jumpers :P) y nos tomamos menos cafés de los que pide nuestro cuerpo. ¿No os volvéis locos recordando esas míticas anécdotas que salen en todas las quedadas?

Los cinco minutos más: en la cama o debajo de la ducha. Todos los especialistas en felicidad coinciden en que un tiempo extra bajo la ducha es algo difícilmente superable. Apostemos por el ahorro de agua pero también por concedernos este pequeños vicio de vez en cuando.

‘Ese’ mensaje: el de una persona que te hace ‘tilín’, el de un amigo que parecía que se había quedado por el camino, el de esa persona que sabe dar los mejores abrazos del mundo. No nos damos cuenta de la inmensa felicidad que nos produce este tipo de cosas.

Cantar a gritos: fuera vergüenza, es un lastre absoluto en nuestras vidas. Hay mil sitios para cantar a gritos: en el coche con la radio, por el pasillo, mientras nos hacemos la comida. Nos sabemos miles de letras, solo hay que exprimir el poder que tienen.

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