Lo que se vive en un campamento de verano solo se puede explicar cuando has estado en uno. Y eso es así. Son días inolvidables, de experiencias que no se borran fácilmente. Pero los campamentos también se han idealizado mucho por la televisión: las grandes hogueras y la guitarra no forman obligatoriamente parte del decorado de todos ellos. ¿Quieres que te contemos algunos mitos y verdades de los que hemos vivido nosotros? ¡Aquí vamos!
Sí, haces trampa con las comidas
No tenemos ni idea de quién se encarga de la comida en tus campamentos. Seguramente alguien que te hacía los fritos con mucho amor. Pero lo cierto es que dar de comer a centenares de bocas (aunque hay campamentos con cifras para todos los gustos) no es una tarea fácil. Por lo tanto, se junta la inevitable situación de tener que tirar de fritos y comida en grandes latas o similares. A esta ecuación hay que juntarle lidiar con niños que no están por la labor de comerse esas señoras judías procedentes de una lata de 5 kg.
Así que no te queda otro remedio que ingeniar algún pequeño truco para terminar tirando la ración del día que no te gusta. No está bien tirar comida, pero eso lo hemos hecho todos en un campamento.
Sí, hay al menos una noche que no duermes en tu tienda
Correcto, en los campamentos hay unas normas que se encargan de que eso no sea una ciudad sin ley durante 15 días. Pero también es un espacio abierto a ciertas pillerías y situaciones que todos (monitores y acampados) saben que van a ocurrir. Los monitores saben que, cada noche, los niños intentarán cruzarse de tiendas por los motivos que sean. Y el acampado sabe también que le van a pillar. Y es que sus monitores eso ya lo hacían de pequeños. Pero todo esto forma parte de las leyes no escritas de los campamentos.
Pero hay una noche (o bueno, un par) que no te pillan. Duermes fuera de tu tienda y al día siguiente paseas por el campamento con el pecho como el de un palomo. Tu mayor éxito vital a esa corta edad.
Sí, también se hacen algunas trampas en los juegos
¿Te acuerdas del tema de la comida? Pues con el tema de los juegos es exactamente lo mismo. Aquí las pillerías están a la orden del día, y tonto el que alguna vez no haya trucado alguna cosilla para ganar un juego. Es más, si has ido a un campamento como Dios manda es posible que algún monitor (de esos que son peores que los niños) te haya animado a hacerlo. Y es que no hay sitio donde más se sublime más esa frase de «en el amor y en la guerra todo vale».
No, las veladas nocturnas no son a la luz del fuego
A no ser que tú, que nos estás leyendo, vivas o vayas de campamento a una zona más permisiva, estas citas suelen hacerse en pleno verano, es decir, cuando más peligro de incendio hay. Así que en los campamentos de montaña el fuego es algo prohibido. Pero tampoco nadie se ha rasgado las vestiduras por ello hasta el momento.
No, los niños de los campamentos no son pequeños mowglis
Habrá excepciones, pero en los campamentos la gente come cuatro veces al día, se duchan y tienen sus baños para no tener que recurrir a la extendida creencia de que todo se hace un agujero. Tampoco los ríos de la zona están para soportar las necesidades de nadie. Y es hace un tiempo podía molar eso de tener que cavar una letrina, pero el mundo ha cambiado, ha evolucionado y hay que hacer las cosas como es debido. Que una ducha al año no hace daño.
Sí, sobrevivimos 15 días sin todo eso «de la ciudad». Y fardamos de ello.
No hay que ser un superhéroe para aguantar 15 días sin móvil, para pasar unos días de ruta de montaña sin cambiarte de camiseta, o estar sin un secador y un espejo. Es perfectamente posible. Es más, en estos tiempos en los que todo parece girar alrededor de la tecnología, es más necesario que nunca poder desconectar tecnológicamente y vivir las cosas que solo se viven en un campamento de verano.
Ahora te toca a ti contarnos algo: ¿Cómo eran tus campamentos de verano?