Una carrerita para cerrar el año no está tan mal como parece. Eso sí, hay que cumplir con el tema disfraces para disfrutar más.
Aunque parezca mentira hay gente que opta por acabar el año ¡corriendo! en las llamadas San Silvestres. Luego nos enteramos de que en este tipo de carreras hay mucho espacio para la broma y el cachondeo y ya nos pareció una opción espectacular. Hablando en serio (solo por unas líneas): el fin de año está a pocas horas de llamar a nuestras puertas, y correr una San Silvestre se ha convertido en una opción muy cotizada para cerrar estos 12 meses. Desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños, estas carreras populares se han multiplicado de tal forma que incluso alguna está masificada.
Hay dos opciones de correrlas: en serio o en broma, todo depende de uno mismo, y sus acompañantes. Aquellos que aparcan las bromas cuando se calzan unas zapatillas de running, puede que se hayan equivocado de día. A no ser que deseéis con todas vuestras fuerzas quedar entre los 500 primeros de una San Silvestre, este no es el día para correr a fuego. Los hombres y mujeres disfrazados de lo más variopinto os harán sospechar que estamos ante una carrera donde prima la diversión.
Si la vais a correr en serio: paciencia. Hasta que el pelotón no se ha estirado no dejaréis de lado a esos grupos de amigos que forman un barco vikingo o al grupito que se ha vestido de Los Increíbles. Los runners de verdad, los que no aceptan bromas con un pulsómetro puesto, deben ir equipados con la ropa adecuada, incluso protegerse del frío con una bolsa de basura, de la que podemos desprendernos fácilmente antes de empezar a correr. Eso dicen los expertos en zancadas.
De San Silvestres y medicina todo el mundo opina así que nuestro consejo es: coged a los amigos más locos del grupo, aquellos que solo corren para coger el bus (y a veces ni eso) y disfrazaros de lo más loco que podáis encontrar. En muchos rincones de España, el disfraz más currado (o incluso absurdo) hasta tiene premio. Hasta las cajas de cartón en la cabeza son válidas. Además, disfrutar de una carrerita antes del atracón de Nochevieja también sirve para quemar unas cuantas calorías por adelantado y engañar a nuestra conciencia cuando engullamos cuatro turrones de más, acompañados de un matasuegras y un cuñado.
A pesar del tema broma, correr una San Silvestre también es correr. Para muchos incluso es un ritual de iniciación en la magia del running (SPOILER: acabarás invadiendo parques). Así que lo mejor es seguir unas pequeñas pautas, aunque algunas nos cuesten un poco. Por ejemplo no hay que pegarse la merienda de nuestras vidas antes de correr; si no estamos habituados a esto, lo mejor es capturar posiciones por la parte trasera del pelotón, así dejamos que los tipos serios se vayan hacia delante y nosotros nos podemos quedar en la zona de las bromas. Por último, si no competimos, no le pidamos al cuerpo lo que no sabe hacer: no corramos rápido ni intentemos parecer atletas expertos. Con calma y a las risas.
¿Quién es vuestro compañero ideal para una Sal Silvestre? ¿Os disfrazáis?